La invasión de los zombies atómicos
La invasión de los zombies atómicos es una película de terror estrenada en 1980. Coproducción hispano-italiana, fue dirigida por el italiano Umberto Lenzi y protagonizada por el actor mexicano Hugo Stiglitz.
Un periodista de una emisora de televisión (Hugo Stiglitz) se dirige al aeropuerto junto con un operador de cámara, su intención es la de entrevistar a un científico que trabaja en una central nuclear. Los controladores del aeropuerto detectan que algo va mal cuando un avión de transporte militar, modelo Hércules, no responde a los avisos y debe despejarse una pista para permitirle aterrizar. Un grupo de militares se dirige hasta el avión, en el que no parece haber señales de vida, hasta que la puerta se abre y del avión sale una gran cantidad de personas armadas y aparentemente enloquecidas; se produce una masacre en la que todos los militares son asesinados, mientras los periodistas huyen del lugar. El reportero trata de emitir las imágenes por televisión, pero su superior interumpe el informativo por presiones de los militares. Al frente de estos se encuentra el general Murchison (Mel Ferrer), que trata de coordinar la defensa de la ciudad frente al creciente número de invasores que llegan por tierra y aire. Los militares comprueban como los atacantes se han visto afectados por radiaciones, muy superiores a las que normalmente soportaría un ser humano, que han potenciado su fuerza y agresividad; su único sustento es la sangre que absorben de sus víctimas, la única forma de acabar con ellos es dañando su cerebro. El reportero busca a su mujer (Laura Trotter), una doctora en cirugía que en ese momento se encuentra trabajando en el hospital, que es asaltado durante la noche por los zombis, ocasionando una nueva masacre. El periodista y su mujer huyen del hospital y tratan de abandonar la ciudad, llegando a un parque de atracciones igualmente tomado por los zombis...
Temática
El director Umberto Lenzi ha dicho de la película que no tiene mucho de película de zombis, más bien la califica como película de enfermedades por radiación con un mensaje antinuclear y de antimilitarismo.1 De hecho, los zombis (o personas afectadas por radiación) que aparecen en la película tienen características peculiares frente a los de anteriores títulos del subgénero zombi, pudiendo correr, emplear armas blancas y de fuego y adoptan una estrategia frente a las fuerzas que se les enfrentan. Tampoco devoran a sus víctimas, pues solo se nutren de sangre; una característica que sí comparten con los de otras películas es que para acabar con ellos es preciso dañar su cerebro.
En películas posteriores del subgénero zombi a las que esta se anticipó, como Amanecer de los muertos, 28 días después o 28 semanas después, los zombis tampoco eran en realidad personas muertas y resucitadas, sino que habían sido infectadas por alguna clase de virus. El realizador de 28 semanas después, Juan Carlos Fresnadillo, también declaró no haber rodado una película sobre zombis, sino sobre infectados, una nueva categoría en el género terrorífico.
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